martes

El muro de Alciser



Pese a que estos hábitos talares y el Eclesiastés, que predica de la ira que es propia de los necios, me obligan a contenerme, no puedo sino mostrar indignación -acaso santa indignación- por esa actividad de Alciser que está consistiendo en el Belén viviente de la plaza de Andalucía. Conste, porque así conviene a mi estado, que alabo la iniciativa en un momento de abandono general de la tradición cristiana. Conste también que la taberna improvisada, la fragua, el establo y todo lo demás, pese a que en nada me agradan con su ruido su chabacanería y sus bestias, me resultan ahora indiferentes.

Lo que creo intolerable es el cartel que han colocado para anunciarlo en la Rotonda del Aceite, junto a Carrefour, que impide completamente la visión de los conductores que transitan por ella y obliga a los que proceden de las Vaguadas a entrar sin niguna visibilidad.

Y todo porque allí se anuncia desde hace días ese Belén Viviente, tan comercial en su concepción y como vandálico y peligroso en su promoción.
Tanto, que entiendo que tal obstrucción de la visión a la entrada de una rotonda debe estar penalizado en el Código de la Circulación.

La Policía Local, también la Guardia Civil, que cada día atraviesa esa rotonda, debería tomar cartas en el asunto.

Si contra Alciser no pueden, que lo digan que acompañado de la Tornera no tendré inconveniente en formular la denuncia correspondiente.

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