En este apartado monasterio nos da la sensación de que en economía ya toda la carne está puesta en el asador y que ahora sólo queda esperar para ver si, aunque sea a título de milagro, la cosa marcha.
Es cuestión imprescindible que lo haga. Porque, nos guste o no, en el atolladero económico en que nos encontramos, España se encuentra sola.
Si con el recorte brutal que nos anuncian España consigue salir adelante, Europa lo habrá conseguido. En caso contrario, España caerá sin que nadie mueva un dedo por evitarlo, ante la misma indiferencia que asistirá luego al hundimiento de Italia, Bélgica y hasta puede que Francia.
Y el Euro también caerá. Y caerá el sueño europeo, que para entonces -¡oh desgracia de la igualdad formal de género!- se habrá tornado en pesadilla.
Entre tanto, hay que aguantar como se pueda y cruzar los dedos para que la pérdida de poder adquisitivo, que campea como un nuevo jinete de la Apocalipsis, respete algo del pasado y conceda alguna esperanza al futuro.
En este humilde, recortado y empobrecido monasterio hemos hecho una pequeña reflexión: tenemos completa conciencia de haber sido dejados de la mano de una Europa que se ha desvinculado de nuestro destino sin perder las formas. Sólo un país -Finlandia- ha exteriorizado hasta el extremo su hostilidad hacia la precaria situación española.
Por eso nos preguntamos,
¿se rompería algún plan divino si nuestro teléfono móvil no fuese un Nokia?
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