A este apartado, empobrecido y atronado monasterio (cosas de la feria de la tapa, pero esa es otra cuestión, ¿verdad don José?) ha llegado la noticia de que la Universidad de Jaén está perdiendo profesorado.
Tras casi veinte años de existencia autónoma, la UJA está teniendo que ver cómo algunos de sus mil profesores están jubiládose atropellada, precipitada y anticipadamente. ¡Cómo se ha podido dar lugar a semejante descalabro! ¿Qué descerebrada medida ha podido provocar estos dolorosos abandonos de las aulas? Con el plan Bolonia, incluso antes con el reajuste y multiplicación de asignaturas, algunos de nuestros profesores universitarios se enfrentaban a agotadoras jornadas de docencia de cuatro, seis y hasta ocho horas semanales durante un larguísimo cuatrimestre cada curso.
Quienes hayan pensado que aumentar la docencia unas horas a la semana podría mejorar los resultados académicos o cuadrar las cifras del presupuesto serán los responsables de la pérdida de todo este capital humano.
Caiga sobre ellos el baldón de estas prejubilaciones. Pero queden tranquilos todos, sus pensiones pesarán sobre la multitud de mini-mileuristas de este país que, trabajando cuarenta horas a la semana, sueñan con un salario mínimo que supere de largo y de una vez (parte proporcional de las pagas extra incluidas) los cinco coma ceros dos euros por hora efectiva de trabajo que ahora les pagan.
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